Sólo las fuentes de energía que explotan recursos renovables como el viento, el agua, la biomasa, la geotermia o el sol, son inagotables a escala humana. Además, pueden cubrir toda la demanda de energía mundial.
Este tipo de energías son limpias y no contribuyen a incrementar el CO2 y otros gases causantes del efecto invernadero y el calentamiento global, por lo que su aprovechamiento es sostenible y básico para conseguir la seguridad de abastecimiento. Por ello, las energías renovables pueden suponer una gran solución a los actuales problemas medioambientales, energéticos y económicos.
De entre todas ellas, la energía solar y sus dos principales tipologías, solar térmica y solar fotovoltaica, será esencial dadas sus principales características.
Su tecnología se basa en la captación de la energía térmica o fotovoltáica de las radiaciones solares y la producción de calor o electricidad respectivamente, sin producir emisiones, ruido y residuos.
La diferencia entre los colectores térmicos solares y un sistema de energía fotovoltaica, radica en que los colectores térmicos solares se usan para calentar agua, principalmente para uso doméstico y los sistemas fotovoltaicos generan electricidad.
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Basa su tecnología en las células fotovoltáicas que producen electricidad cuando son irradiadas, sin emisiones, sin ruido y sin residuos de ningún tipo.
Existen dos aplicaciones principales de la energía solar fotovoltaica: Sistemas fotovolta¡cos conectados a red: el sistema está conectado a la red con lo que podría suministrar electricidad directamente a una red eléctrica y los sistemas aislados de energia solar fotovoltaica, que disponen de baterías para almacenar la electricidad producida.
La tecnología dominante es el polisilicio, muy abundante, fiable de fácil manipulación y muy conocido pues sus propiedades se están estudiando desde hace décadas: es un material sólido, viable, robusto y tiene una vida útil de más de 40 años.
Consiste básicamente en la captación del efecto térmico del sol que llega a los colectores o paneles solares térmicos que captan los rayos del sol, absorbiendo su energía en forma de calor y transmitiéndola a un fluido que circula por su interior para, posteriormente, almacenarlo o directamente llevarlo al punto de consumo.
Las aplicaciones mas extendidas de esta tecnología son el calentamiento de agua sanitaria (ACS), la calefacción por suelo radiante y el precalentamiento de agua para procesos industriales.
La energía solar térmica es actualmente una tecnología madura y fiable, en la que las inversiones realizadas en general son rápidamente amortizables y que se trata de una alternativa respetuosa con el medio ambiente.
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